El gran viaje del Azar
El Gran viaje del Azar
De Francisco MediavillaHistoria novelada de un viaje por el mundo real cuando el mundo era mas sencillo de entender y lo analogigo reinaba sobre todas las cosas. En el año 1985 armado con una mochila y muchas ganas de perderme en la lejania, encontre un camino que no termina nunca...
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El Despertar: La Mochila
En un país que despierta a las libertades, ser joven supone
aspirar a la libertad máxima. La mochila fue, durante años, el símbolo de ese
espíritu rebelde e inconformista que nos enseñó a vivir intensamente el
presente.
A lo largo de la historia, se han sucedido diferentes formas
y motivaciones para viajar: algunos, como don Quijote, solo lo hicieron con el
pretexto de deshacer entuertos y conquistar una doncella; otros, como Marco
Polo o Ibn Battuta, para descubrir otras civilizaciones y traer inventos, materiales
y plantas. Creo que yo nunca llegué a buscar nada ni pretender nada, viajar y
avanzar era solo un vicio, una extraña droga. Nunca tomé apuntes de lo que
sucedía al llegar a un nuevo destino, y jamás pensé escribir y compartir mis
aventuras.
En la última etapa de mi vida, resignado a la vejez y
encerrado en mi propio castillo, he comenzado a revivir esos episodios de huida
compulsiva, de deslocalización de mí mismo, que me llevaron a volar fuera del
nido que me vio nacer y emprender una vida sin hogar y sin destino fijado, solo
una idea en la que habitar, una mochila con unos pocos enseres y la sensación
de poder que emana de la libertad de no tener nada.
Hoy contemplo con asombro la locura de la civilización
moderna y el enfermizo negocio del turismo, que vende a precio asequible
cualquier destino del planeta como un bocado fácil de consumir y digerir, sin
riesgos y sin compromiso. El turismo se ha convertido en una de las siete
plagas que ahogan este planeta, destruyendo especialmente los lugares más
bellos, las culturas más frágiles y los entornos naturales inexplorados.
El mínimo esfuerzo para lograr una foto que certifica
nuestra presencia frente a la torre Eiffel, el Taj Mahal o la pirámide de
Keops. Un hotel reservado de antemano, con baño privado y desayuno incluido.
Transporte desde el aeropuerto hasta el hotel, en donde lo primero que
demandamos, nada más asignarnos habitación, es la contraseña de la wifi gratis.
Los catálogos de las agencias de viaje nos garantizan una experiencia plana, un
viaje rápido y seguro, un paraíso sin complicaciones. Viaje a Japón, ida y
vuelta, por doscientos cincuenta euros, ¿qué más se puede pedir?
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